domingo, 24 de abril de 2016

La hora del cuento

Hola a todos y a todas de nuevo. En esta entrada os voy a hablar de una actividad que realizamos en clase el otro día y que, para mí, ha supuesto un reto y una superación personal debido a mi forma de ser. Se trata de un taller cooperativo de comunicación literaria en pequeños grupos, en donde  cada miembro debía seleccionar un libro infantil o un texto literario y prepararlo conforme a  una de las estrategias de transmisión literaria (cuentacuentos, narración con libro o lectura).
 
De este modo, nos convertimos en trovadores, haciéndonos responsables de transmitir, en grupos de 3 en 3 personas, lo que decía nuestro libro y de hacer que nuestros receptores disfrutasen de la historia.
 
Mi grupo inicial estaba formado por mis compañeras Samanta Santacana y Raquel Baena y, puesto que no nos poníamos muy de acuerdo con la estrategia que queríamos preparar cada una, decidimos echarlo a suertes. A Raquel le tocó la lectura, a Samanta el cuentacuentos y por tanto, yo, me quedé con la narración con libro. 
 
La verdad que, esta forma de transmisión, era la que más me apetecía compartir ya que, como he dicho al principio, exponerme a la valoración de mis compañeras no tenía nada que ver con enfrentarte a una clase de niños pequeños dispuestos a disfrutar. Fue por tanto una actividad personalmente muy enriquecedora que me permitió dejar mi vergüenza a un lado, en parte, gracias al apoyo visual de las imágenes.
 
Puesto que la narración con libro debe ser contada y no leída  y, a diferencia del cuentacuentos, en esta forma de transmisión literaria el narrador debe apoyarse en las imágenes para recrear la historia que va contando, asegurándose de que  los niños se fijen en todos los detalles, gestos, movimientos..., me decanté por el libro de "¿No duermes, osito?", que ya os analicé con anterioridad.
 
 
¿Por qué la elección de este libro infantil?
 
 La verdad que me decanté por "¿No duermes, osito?" por varios motivos.

Uno de ellos es que se trata de un cuento que he analizado en profundidad hace un mes escaso, de manera que tenía claro cuales serían los receptores de mi cuento, de qué manera abordarlo y cómo llevarlo a cabo. Además, se trata de un libro muy manejable, puesto que es de un tamaño grande para que todos los niños puedan observarlo,pero lo suficientemente cómodo para que, con una mano, pudiera sujetarlo y con la otra fuera señalando, gesticulando y pasando las páginas.

Sin embargo, he de decir que, la causa principal por la que me decidí por este libro infantil para la narración con libro, han sido las maravillosas ilustraciones de Bárbara Firth.  Se encuentran en todas y cada una de las páginas, abarcando todo el espacio y transmitiéndonos tanto el miedo y la angustia que siente Oso Pequeño,  como la ternura y el amor que desprende Oso Grande. Se trata de imágenes muy realistas, coloridas y bien definidas que reflejan a la perfección la trama del texto; de hecho, los niños, basándose en ellas, podrían averiguar de qué va la historia sin haberla escuchado.

Preparé esta actividad para tratar con niños de entre 4 y 5 años, pues el miedo a la oscuridad es un miedo muy común en los niños pequeños que se intensifica a la hora de ir a dormir. A estas edades, aunque los niños se están iniciando en la lectura, su habilidad se basa principalmente en la descodificación, dejando de lado la  comprensión y el disfrute de la historia. Por esta razón, considero que este libro es adecuado para esta técnica, en donde el adulto hace de "trovador", transmitiéndoles a los  pequeños la función poética y el simbolismo del cuento, al tiempo que estos disfrutan de sus preciosas imágenes.


Mi preparación de la estrategia:

Una vez decidido el libro infantil que iba a utilizar y repasados los apuntes del bloque tres de la asignatura sobre la narración con libro, ensayé en casa con un libro online. He de decir que no se trata de la forma más correcta de hacerlo, pues no es lo mismo sujetar un libro con sus hojas que sujetar una Tablet, pero debido a diversos motivos no pude conseguir el libro hasta el mismo día. 

Además de esto, contando que en la narración con libro, al igual que en el cuentacuentos, no se lee sino que hay que saberse la historia de antemano para poder transmitirla con tus propias palabras y centrarte en la interactuación con los receptores, me escribí el cuento en un folio y me lo leí hasta que me lo supe. La verdad es que esta forma me fue muy útil.  Sabía, gracias al libro online y al apoyo de las ilustraciones, qué parte del texto iba en cada hoja y, gracias a la repetida lectura, aprendí a narrar el cuento con mis propias palabras.  

Por tanto, tras este proceso, ensayé varias veces en alto, utilizando la Tablet a modo de libro, viendo dónde podía hacer pausas expresivas para darle intriga, qué cambios de voz podía utilizar para cada personaje, dónde utilizar onomatopeyas o qué momentos eran buenos para interactuar con mis receptores; pero... eso sí, sin público.


 Taller cooperativo de comunicación literaria:

Llegado el día, nos distribuimos por la clase en grupos de 3 personas de tal manera que, en cada uno de ellos, hubiera una persona de cada estrategia.

Yo en concreto realicé esta actividad 3 veces; es decir, hice mi narración con libro  en tres grupos diferentes y, por tanto, me contaron tres cuentos distintos utilizando la lectura y otros tres utilizando la estrategia del cuentacuentos.

En el primer grupo en el que narré el libro infantil, me dijeron que se me notaba muy nerviosa pero que, conforme fui avanzando en la historia, se me fue viendo mas relajada y tranquila. Me aconsejaron que enfatizara más en ciertas partes del cuento, utilizando más la gesticulación y que narrara más lentamente, pues, con los nervios ,se ve que fui un poco rápida. Otra cosa que me dijeron fue que las imágenes del libro les habían gustado mucho y que les habían transmitido la inquietud de Oso Pequeño en la cama y la ternura de Oso Grande.

Tuve en cuenta estas críticas constructivas de mis dos primeras compañeras y las puse en práctica con el segundo grupo. Esta vez, me dijeron que les habían gustado mucho las voces que les había puesto a cada uno de los ositos y como había narrado el cuento,  pero que me recomendaban que hiciera alguna pausa más, para que la secuenciación de la historia se viese más marcada.

Una vez más, revisé de nuevo todo lo que mis compañeras me habían recomendado e intenté ponerlo en práctica en el tercer grupo. Esta vez ya estaba mucho más relajada y debió notarse ya que, en este último grupo, me dijeron que les había gustado mucho mi entonación, que la historia les había encantado por la ternura que transmitía y por sus imágenes. Por otra parte, me sugirieron que,cuando hiciera la voz de Oso Pequeño, utilizase una voz más de niño. En ese grupo, una de mis compañeras, al finalizar mi narración, me dijo una expresión que realmente me hizo sentir que por fin lo había conseguido: "chapeau".  


Si yo tuviera que...

Si hubiese realizado esta actividad en un aula de infantil con niños de 4-5 años, lo primero que tendría en cuenta sería mi localización. Habría distribuido a los niños sobre la alfombra de la asamblea, en frente mío. Yo, sentada en una silla o en una mesa bajita, muy cerca suyo, les iría enseñando el libro, girándolo a los lados, de manera que todos pusiesen disfrutar de las imágenes al mismo tiempo que de la historia.

Considero que las ilustraciones de este libro son lo suficientemente grandes como para que cualquiera pueda verlas y disfrutar de ellas sin problema alguno, teniendo en cuenta la cercanía docente-alumnos. Sin embargo, en caso de que los niños no pudiesen verlas bien, las escanearía y las pondría en grande en la pizarra digital, de manera que todos pudiesen observarlas con todo detalle. Así evitaría interrumpir la historia continuamente con el "no veo profe".

Antes de comenzar la narración con libro, con el fin de despertar el interés de los niños, les haría una serie de preguntas motivadoras basándome únicamente en la portada y el título. Les preguntaría que de qué creen que va a ir el cuento, si les gustan los osos, por qué creen que Osito no se duerme, quiénes creen que son esos dos osos... También les haría partícipes de la historia haciendo que interviniesen en determinados momentos, pero sin que llegase a ser una narración dramatizada.  

Finalmente, una vez terminada la narración, realizaría una serie de preguntas de reflexión sobre temas tales como: de qué cosas tienen miedo y por qué, si duermen solos o acompañados, si duermen con alguna luz encendida, si les gusta dormir, qué habrían hecho ellos en el caso de Osito Pequeño, etc, que pueden dar pie a la realización de diferentes actividades relacionadas con el trabajo de los miedos en el aula.


Autoevaluación:

Esta actividad tan diferente a todas las que había hecho antes, me ha resultado muy enriquecedora, no sólo a nivel personal sino también a nivel profesional.
A nivel personal porque me ha hecho dejar mi vergüenza y mis inseguridades a un lado y superarme a mí misma, al tiempo que me ha permitido relacionarme de una manera mas "íntima", con compañeros con los que tenía menos confianza. A nivel profesional, en cuanto a que poner en práctica estas técnicas y que me digan los aspectos que puedo mejorar, me hace crecer, aprender y por tanto, mejorar como futura docente.

Como dijeron mis compañeras, la primera vez que narré el cuento me encontraba muy nerviosa. Se me notaba en la voz y en la pequeña  vibración de mi mano izquierda, con la que sostenía el libro. Sé que esto en gran parte se debe a que en casa no lo ensayé con público delante. También influyó en lo  extraño que me resultaba utilizar estas técnicas y estos libros infantiles con personas de mi misma edad en vez de con niños pequeños, con los que no me da vergüenza alguna.

A pesar de estas primeras dificultades, creo que a medida que fui cogiendo confianza conmigo misma , fui mejorando y de esto no solo me di cuenta yo, si no que también lo hicieron mis compañeros. Noté  mi seguridad y mi soltura en el último grupo y por tanto agradezco todas las críticas constructivas que me hicieron, porque me fueron totalmente necesarias para poder evolucionar.

Haciendo referencia a la preparación del libro, considero que si realmente le hubiera dedicado más tiempo del que le dediqué y sobre todo, si hubiese ensayado con mi hermana pequeña o cualquier otro familiar, el resultado habría variado muchísimo. Mi primera toma de contacto no habría sido en clase, con mis compañeras, y todas esas inseguridades y miedos con los que narré por primera vez mi libro ante un público, seguramente no habrían desaparecido, pero  creo habrían disminuido notablemente.

En cuanto a la historia en sí, pienso que la llevaba bien preparada de antemano, gracias a que hice mucho hincapié en aprendérmela y también gracias a que la estructura que sigue este cuento es tan repetitiva que es muy sencillo memorizarla.

Finalmente, a modo de conclusión, decir que la actividad me ha resultado muy curiosa. Enfrentarse a un público que sabes que lo que va a buscar son tu imperfecciones para decírtelas y que tú mismo seas capaz de asumirlas y mejorarlas, es algo que realmente pone nervioso, sí, pero creo que no existe mejor forma de aprender que de nuestros propios errores.
A la vez que he perfeccionado esta estrategia, he podido disfrutar de las narraciones, lecturas y cuentacuentos de mis compañeras, comparar sus formas de expresarse, las técnicas que utilizaban y observar cómo cada una se lo llevaba a su terreno, dotándoles de ese toque personal que, hacía de cada cuento, un cuento único.

Referencias:

-  Apuntes Irune tema 3: La hora del cuento
-  Apuntes Irune tema 1: Libros infantiles de autor. Análisis y selección
- Libro "¿No duermes, osito?" de Martin Waddell, Editorial Kókinos

 

sábado, 23 de abril de 2016

Día del Libro

 
Hoy, sábado 23 de abril, se celebra como cada año el Día del Libro; un día en el que se rinde homenaje al placer de la lectura y se alienta a todo el mundo, sobre todo a los más jóvenes, a disfrutar de la lectura y a ver la importancia que tienen los autores y sus obras en el progreso social y cultural.
 
Esta fecha tan simbólica para la literatura mundial, fue escogida por la UNESCO en 1926, debido a que coincide con el fallecimiento, en 1616,  de grandes autores como son  Miguel de Cervantes, William Shakespeare y Garcilaso de la Vega. Por esta razón, cumpliéndose este 2016 el 400 aniversario de sus muertes, todas las actividades se realizan en torno a estas figuras.
 
Sin embargo, contando con que este blog se encuentra más enfocado al mundo de la educación, me gustaría compartir y comentar con vosotros una actividad,  relacionada con El Día del Libro, que se ha llevado a cabo por los alumnos de 4º de Primaria del CEIP Las Acacias, en Pozuelo de Alarcón.
 
 
Un jardín de cuentos:
 
 
 
Este año, los niños de 4º de primaria de este colegio se han embarcado en una gran aventura solidaria. Han creado entre todos ellos un libro de pequeños cuentos titulado "Un jardín de Cuentos". Se trata de una recopilación de 48 cuentos inventados, redactados e ilustrados por cada uno de los niños de este curso, que oscilan entre las dos y las cuatro páginas.
 
La finalidad de esta actividad, además de motivar e involucrar a los niños y fomentar la lectura desde que son pequeños, ha sido recaudar fondos para la fundación JUEGATERAPIA y en concreto a su proyecto "EL JARDÍN DE MI HOSPI", que consiste en convertir esos espacios grises e inutilizados de los hospitales como son sus azoteas, en preciosos espacios para jugar, de modo que los niños afronten de mejor manera sus enfermedades.
 
Puedo afirmar que se ha tratado de una actividad muy gratificante para estos niños ya que he tenido la oportunidad de seguir de cerca su proceso de creación; mi hermana pequeña ha sido una de los 48 autores de este bonito libro. 
Han soñado, han redactado sobre los temas que querían, han dibujado a los personajes de sus propios cuentos tal y como ellos se los imaginaban, pero sobre todo, han conseguido que sus familiares se sienten a leer, juntos.
 
Os dejo a continuación uno de estos pequeños cuentos a modo de ejemplar. Espero que os guste y que no dudéis en poner en práctica actividades que, bajo mi punto de vista, son tan enriquecedoras como estas.
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
¡Que paséis un feliz Día del Libro!

domingo, 10 de abril de 2016

Adaptación de "El hombre de la piel de oso"

 
¿Cuántas veces habéis defendido como única y  buena la versión de un  cuento que, tan perfecto creíais saber? ¿Caperucita fue a casa de su abuelita? ¿Fue el huso de la Bella Durmiente, la causa de su sueño?¿Perdió realmente su zapato la Cenicienta?¿Es Blancanieves la verdadera protagonista de la historia?

Supongo que estaréis respondiendo a estas cuestiones basándoos en la versión del cuento que os hayan contado. Sin embargo he de deciros que, en los cuentos folclóricos, no existe una única versión correcta debido a su anonimato, su oralidad y su multiplicidad de variantes. Son historias que tienen tantos autores como personas las han contado y se han ido adaptando de acuerdo a las culturas y a la época.

Pues bien, en este post voy a adaptar un cuento folclórico recopilado por los hermanos Grimm titulado "El hombre de la piel de oso", para niños de infantil.  
Para aquellos que no conozcáis la historia y queráis ver las modificaciones que he realizado, a continuación os dejo un vídeo en el que cuentan el cuento. He de deciros que, ciertas partes y sobre todo el final, son diferentes al cuento que mi profesora nos ha contado, pero creo os servirá de guía para compararlo con mi adaptación. Sin embargo, os recomendaría personalmente que buscarais una traducción, para que leyeseis la suya original, sin adaptación alguna.

Para aquellos que no tengáis tiempo de buscar el cuento original.

 
El hombre de la piel de Oso:
 
Había una vez, hace muchos, muchos años, un joven llamado Arturo. Vivía en una pequeña casita en medio del bosque con sus padres y sus dos hermanos mayores.
Un día, su madre enfermó, y al ser el único que no trabajaba, decidió ir en busca de una cura. Pero pasaron los años y al no encontrarla,  Arturo, decidió regresar. ¡Todo había cambiado! Su madre había fallecido, sus hermanos se habían ido a vivir con sus esposas y su padre viudo se había vuelto a casar. 
El joven intentó asimilar tanto cambio, pero la madrastra, molesta de no poder vivir a solas con su nuevo esposo, le pidió al padre que le echara. Este, haciendo todo cuanto estaba en su mano por complacerla, habló con su hijo menor y le concedió unos días para buscar trabajo y abandonar la casa.

Ante esta situación, Arturo tomó una decisión. Partiría al día siguiente temprano en busca de una vida mejor. Y así lo hizo. Cogió una pequeña mochilita con provisiones y anduvo durante días y días buscando un trabajo con el que ganarse la vida. Pero transcurrida una semana, no encontró nada. Se había terminado toda la comida y ya no tenía más dinero. Estaba tan desesperado, que se sentó en una gran roca que encontró en un claro del bosque, y comenzó a lamentarse.

Estaba atardeciendo y una espesa niebla apareció de entre los árboles, captando la atención de Arturo. Poco a poco comenzó a disiparse y al desaparecer completamente, el joven pudo ver una pequeña cabaña de madera. Se frotó los ojos, creyendo que eran imaginaciones suyas, pero al avanzar y tocar la puerta, vio que era real, así que decidió entrar.

En el interior se encontró con una anciana muy encorvada y bastante fea que, nada más verle, le dijo:

- Ya era hora jovencito, te estaba esperando.
 
Arturo no entendía nada, pero la anciana, de nombre Tituba, le explicó que era una bruja y que podía hacerle tan rico como él quisiera; eso sí, sólo si era capaz de demostrar su valentía llevándole la piel de un oso. Arturo no se fiaba mucho de aquella mujer de negros ropajes, pero quiso demostrar su valentía matando a un oso  y entregándole su piel a la bruja.

Tituba, al ver que aquel joven era digno de hacer pactos con ella, le propuso un trato. Ella le prestaría un chaleco mágico del que podía extraer todas las monedas de oro que quisiera, simplemente chasqueando los dedos en los bolsillos; haciéndole rico. A cambio, Arturo debía vivir durante tres años bajo las siguientes condiciones. La primera de ellas era llevar la piel de oso siempre puesta, a modo de capa. La segunda era no dormir más de una semana en un mismo lugar. Y la última de las condiciones era no asearse, ni cortarse el pelo ni las uñas, durante ese tiempo. Pero si el joven no lo conseguía, se convertiría en su siervo.
Arturo, tras dudar un instante, decidió aceptar el reto  y, como por arte de magia,  apareció vestido con el chaleco y la piel de oso. Desconfiado, metió las manos en su interior,  chasqueó los dedos y, para sus sorpresa, los bolsillos se llenaron de brillantes monedas de oro.

Tras quedar con Tituba en el mismo sitio, para dentro de tres años, salió por la puerta de la cabaña y cuando volvió la cabeza para despedirse, la anciana y su cabaña ya no estaban.

Lo primero que hizo, una vez que hubo dejado atrás el claro del bosque, fue comprarse un caballo con el que viajar de pueblo en pueblo y una bonita casa en la que vivir pasados los tres años.

Al principio, Arturo estaba contentísimo. Recorría sitios increíbles, pudiendo comprarse todo aquello que quería y necesitaba. Además era muy querido por todo el mundo, pues era muy bondadoso y siempre ayudaba a quienes lo precisaban sin pedirles absolutamente nada a cambio. Sin embargo, con el tiempo, el joven fue cogiendo un olor un poco incómodo de soportar y la gente empezó a acercarse a él solo cuando necesitaban su dinero. Esto entristecía un poco a Arturo.

Pasó el primero y mitad del segundo año y la piel de oso empezó a fusionarse con la piel de Arturo. Estaba sucísimo, asqueroso. El pelo y la barba, enmarañados y llenos de ramas y barro a causa de dormir en el suelo, le llegaban ya a la altura del ombligo. Únicamente se entreveían en su rostro los pardos ojos del joven. Sus uñas parecían las zarpas de un tigre y el olor que desprendía se hizo insoportable. Más que un hombre, parecía una bestia.

Cada vez que llegaba a un pueblo, la gente huía de él asustada, le lanzaban piedras y le rogaban que se marchase, llevándose con el aquel olor putrefacto. De modo que, por muchas veces que Arturo chasquease los dedos y sacase monedas y monedas de sus bolsillos, al no poder ni acercarse a los pueblos, se le hizo complicado comprar alimentos y conseguir lugares en donde dormir.

Fue un día, mientras buscaba un lugar tranquilo y alejado de todos en donde pasar la noche, cuando Arturo escuchó un sollozo. Bajó de su caballo y miró de dónde provenía. Tras un molino abandonado, encontró a un hombre que tapaba su rostro con las manos. Era de noche y no se veía absolutamente nada pero, al respirar profundamente, aquel horrible hedor entró por su nariz e instantáneamente, el hombre buscó su origen.

- ¿Quién eres? ¡Por favor ten piedad de mí y no me comas!- dijo el hombre al ver aquella terrorífica silueta a la luz de la luna.

- No temas buen hombre. Mi nombre es Arturo y sólo quiero ayudarle- respondió el joven.

Arturo se mostró tan amable como siempre y le preguntó a aquel triste hombre, llamado Pablo, qué le pasaba. Éste le contó que tenía muchas deudas y que no sabía qué sería de sus hijas si no conseguía saldarlas. Arturo le habló de su trato con la bruja y de las riquezas que poseía, insistiendo en que podía ayudarle a él y a su familia. Pablo, agradecido por la caridad de aquel joven, le invitó a pasar toda la semana en su casa y le prometió la mano de una de sus tres hijas, la que más le gustara.

Dicho y hecho. Cuando llegaron a la casa, Pablo anunció la llegada de su nuevo invitado a su mujer y a sus tres hijas. Al ver el aspecto y olor de Arturo, miraron al hombre con mala cara, pero al explicarles que gracias a él conservarían su casa y taparían todos esos agujeros económicos que tenían, no tuvieron más remedio que aceptarlo.
 
A dos de las hermanas, a las mayores, no les hizo gracia alguna que aquella especie de hombre-oso maloliente residiera en su casa, de manera que ambas procuraron verle lo menos posible, reduciendo el tiempo que pasaban con él a las comidas.
 
Por el contrario, a Alicia, la hermana menor, una chica guapísima, muy lista y con gran corazón, le encantaba pasar tiempo con Arturo. Salían al campo a dar paseos, mantenían largas conversaciones, se reían y lo pasaban realmente bien. A diferencia de sus hermanas, ella veía el inmenso corazón del joven,  oculto más allá de su apariencia.  

Al llegar el séptimo día, la familia realizó una gran comida para despedir a su generoso huésped. Alicia estaba muy triste. A pesar del aspecto de bestia de Arturo, ella se había enamorado y no quería que este se fuera. Al joven le pasaba lo mismo. Desde que vio a la pequeña de las hermanas por primera vez, se había ido enamorando más y más cada día. De modo que, metiendo la mitad de un precioso anillo en su copa, Arturo le pidió a Alicia que lo guardara como muestra de su amor. Él conservaría la otra mitad y si a su regreso ella lo conservaba y quería, la desposaría. Y tras decir esto partió.

Pasaron los meses y concluyó el último año. Llegó el día tan esperado, así que  Arturo regresó al claro del bosque, durante el atardecer, para reencontrarse con Tituba. Subió a la gran roca y esperó a que apareciera la niebla y junto a ella la pequeña cabaña de madera.

La puerta se abrió y la bruja salió de ella bastante enfadada. Arturo había superado todas las pruebas, por lo que no tuvo más remedio que devolverle su apariencia inicial y buscar siervos en otra parte.
En cuanto Tituba volvió a desaparecer, el joven montó en su caballo, pero esta vez limpio, peinado y muy bien vestido y partió en busca de su amada Alicia.
 
Al presentarse de nuevo en la casa, las dos hermanas mayores abrieron la puerta ilusionadas al ver a aquel apuesto joven, sin reconocer a Arturo. Pablo y su mujer le ofrecieron comer con su familia y al sentarse todos a la mesa,  Alicia apareció. Se la veía triste. A diferencia de sus hermanas, la muchacha saludó al apuesto joven, pero no volvió a mirarle más. Arturo le preguntó que qué le pasaba y la chica, sin levantar la mirada de su plato, le contó que el hombre al que amaba había tenido que marchar tiempo atrás y que esperaba su regreso. Al escuchar esto, a Arturo se le dibujó una enorme sonrisa en la cara. Miró a Alicia, la cogió de la mano tiernamente y le mostró su parte del anillo.
Alicia, sorprendida, alzó la vista, fijándose en los ojos pardos de aquel apuesto joven y, al reconocer a Arturo, se fundieron en un largo y cálido abrazo.

Para la envidia de sus hermanas, Arturo y Alicia contrajeron matrimonio y vivieron felices en la casa que el joven compró tiempo atrás, formando una gran familia; cosa que ellas, no consiguieron jamás.

Y colorín colorado, este cuento, se ha acabado.


Justificación de los cambios realizados:

Lo primero que he tenido en cuenta a la hora de realizar mi propia adaptación del cuento de los hermanos Grimm, "El hombre de la piel de oso", ha sido la edad de los receptores a quienes va dirigida mi narración, pues, mis modificaciones debían respetar la enseñanzas y la estructura originales de la historia, pero adecuándose a su edad y etapa evolutiva.
 
Considero que, una edad adecuada para usar la adaptación que he realizado es la de 5-6  años, ya que, como hemos visto en los apuntes de este segundo bloque, a estas edades los niños ya son capaces de identificar el mensaje gracias a los estereotipos que representan los personajes y su polaridad. Además, durante esta etapa los sentimientos valorativos de los niños se han ido acrecentando, comprenden los castigos que reciben los personajes que encarnan el mal y valoran los premios, apreciando la justicia. 
 
 
En mi adaptación los cambios realizados han sido los básicos y necesarios, ya que he querido mantener todos los elementos imprescindibles de este cuento maravilloso, respetando su estructura interna (planteamiento, nudo y desenlace). Por tanto, el punto de partida es que el personaje no está contento y quiere cambiar. Emprende su viaje iniciático como adolescente y a mitad de él se encuentra con un personaje del otro mundo. Se enamora y busca la forma de estar con esa persona. Finalmente, supera todas las pruebas que se ha ido encontrando por el camino y consigue una recompensa (ya convertido en adulto).
 
Con la intención de añadir un poco más de magia y emoción a la historia, he querido añadir la pequeña cabaña de la bruja que aparece y desaparece con la niebla de entre los árboles y  he hecho que Arturo deba chasquear los dedos en los bolsillos del chaleco, a modo de conjuro, para conseguir las monedas de oro. Así mismo, he querido situar el encuentro de Arturo con el mundo paralelo en el atardecer, ya que, como dicen, es el momento en el que las puertas de ambos mundos se abren y pueden interactuar.
 
He adaptado el cuento en un contexto aconfesional, omitiendo todo lo referente a la religión ya que, como educadores, debemos tener en cuenta que dentro del aula podemos encontrarnos con niños ateos y de diferentes religiones.
Para conseguirlo, he eliminado al Demonio, que es una figura ligada al infierno y lo he sustituido por una bruja, puesto que esta es uno de los personajes típicos de los cuentos folclóricos. Así mismo, he quitado la parte en la que se le prohíbe rezar al protagonista y he sustituido el castigo de "quedarse con su alma" por "hacerle su siervo".
 
Otra de las cosas que he suprimido, han sido los momentos morbosos de la historia tales como, ir a la guerra o el suicidio final de las dos hermanas, aunque he añadido la muerte de la madre de Arturo. Esto se debe a que, como se cita en la revista "Guía Infantil", la muerte es parte de la vida cotidiana y aunque creamos que no, los niños desde que son pequeños tienen conciencia de ella, entendiéndola como algo reversible, temporal e impersonal. Perciben todo lo que ocurre a su alrededor y está en nuestra mano eludir hablar del asunto o brindarles la información que necesitan; eso sí, sin darles detalles escabrosos.  

He modificado el inicio de la historia, haciendo que el joven protagonista partiera en busca de una cura para su madre enferma, en vez de que se alistara en la guerra. Esto lo hice porque, me parecía que el personaje cobraba de esta manera un aspecto mucho más bondadoso, queriendo ayudar a su madre por encima de todo. Además este comienzo, que finaliza con el fallecimiento de la madre y la incorporación de la madrastra en la vida de Arturo,  me permitió añadir un arquetipo a la historia. Se trata del padre viudo que vuelve a casarse, olvidándose de sus hijos y priorizando en los intereses de su nueva esposa, lo que hace que su hijo menor busque la seguridad en otro personaje de apoyo. 
 
En cuanto a los personajes, normalmente en los cuentos de niños, tienen nombres, por lo que decidí ponerles a cada uno de ellos uno acorde con su personalidad y su forma de actuar.

  • Arturo à  que significa "fuerte como un oso" u "oso noble"
  • Alicia à  que significa "sincera y verdadera"
  • Pablo à que significa "hombre humilde"
  • Tituba à una de las "brujas" de Salem (siglo XVII)
 
Haciendo referencia al lenguaje, he intentado utilizar frases cortas y un vocabulario sencillo, entendible para los niños de estas edades. Para ello he cambiado palabras como puede ser "jubón" y la he sustituido por "chaleco", ya que me parece que es una prenda más actual y conocida por los pequeños. Sin embargo, no he querido meterme mucho en las estructuras de las frases puesto que está creado para ser contado y poder disfrutar imaginando.
 
Otra de las cosas que he hecho ha sido resumir el cuento, simplificando u omitiendo partes de la versión narrada en clase que me parecían poco relevantes. Considero que la longitud del cuento es importante ya que, aunque a todo niño le encanta escuchar historias, resulta difícil mantenerles atentos durante mucho tiempo. Para ello he suprimido o acortado algunas descripciones, como puede ser el periodo en el que Arturo y Alicia se enamoran, y he enfatizado en otras, como es ese momento mágico en el que aparece la bruja. A pesar de eso, una buena maestra siempre sabrá cómo y dónde meter o quitar detalles, según vea la motivación e interés de sus alumnos durante la narración del cuento.

También, haciendo referencia a la longitud, he creído interesante reducir el tiempo de la penitencia de Arturo de los 7 a los 3 años y la condición de pasar una única noche en un lugar, a una semana, porque, como se sostiene en la revista "Ser Padres" , muchos niños de edad preescolar no están listos para entender plenamente conceptos abstractos del tiempo tales como la duración. Su percepción de "en un mes" puede significar lo mismo que "el año que viene". De manera que, contando con que a estas edades saben que un año es mucho tiempo y que tres es más que uno, he considerado que se trataba de tiempo suficiente como para que puedan darse cuenta de que es un periodo muy largo.
 
Finalmente, añadir que he querido incorporar el "Había una vez, hace muchos, muchos años.." y el "Colorín colorado, este cuento se ha acabado" como fórmulas de entrada y salida, propias de este tipo de cuentos, con el fin de abrir y cerrar la narración ante el receptor (en este caso ante los lectores).
 
 
Pues hasta aquí mi adaptación. Espero que os haya gustado y que os sirva para haceros una idea de cómo podemos utilizar los cuentos folclóricos en nuestras aulas de infantil (en mi caso).
 
 
Fuentes consultadas:

Grabación del cuento "El hombre de la piel de oso" narrado en clase por Irune.

- Apuntes Literatura Infantil. Tema 2. Textos folclóricos. Selección y adaptación. 

 

viernes, 8 de abril de 2016

Un señor maduro con una oreja verde

Gracias a la asignatura de Estrategias de la Intervención Didáctica, me he embarcado en la lectura de un libro muy interesante, sobre todo para aquellos que os dediquéis al mundo de la educación . Se trata de "La oreja verde de la escuela. Trabajo por proyectos y vida cotidiana en la escuela infantil" de Carmen Díez Navarro.
 
Para tratar sobre este libro, dedicaré, en un mes aproximadamente, una nueva entrada contándoos, tras mi lectura, lo que me ha parecido y hablando un poco del libro en general.
 
Este primer post del libro quería dedicarlo a compartir y comentar un poema de Gianni Rodari (pedagogo y periodista italiano especializado en literatura infantil y juvenil), con el que Carmen Díez comienza la introducción de su libro. Dice así:


UN SEÑOR MADURO CON UNA OREJA VERDE  
 
Un día, en el expreso de Soria a Monterde,
vi que subía un hombre con una oreja verde.
 
No era ya un hombre joven sino más bien maduro,
todo menos su oreja, que era de un verde puro.
 
Cambié pronto de asiento y me puse a su lado
para estudiar el caso de cerca y con cuidado.
 
Le pregunté: -Esa oreja que tiene usted, señor
¿Cómo es de color verde si ya es usted mayor?
 
Puede llamarme viejo -Me dijo con un guiño-
esa oreja me queda de tiempos de niño.
 
Es una oreja joven  que sabe interpretar voces
que los mayores no llegan a escuchar:
 
Oigo la voz del árbol, de la piedra en el suelo,
del arroyo, del pájaro, de la nube en el cielo.
 
Y comprendo a los niños cuando hablan de esas cosas
que en la oreja madura resultan misteriosas…
 
Eso me contó el hombre con una oreja verde
un día, en el expreso de Soria a Monterde.
 
Como podéis ver se trata de un poema precioso repleto de metáforas maravillosas. Trata sobre la importancia que tiene para un maestro encontrarse abierto a las noticias y comentarios de sus niños, pues todas las ideas, vengan de donde vengan, pueden sernos útiles a la hora de enseñar.
Todos los maestros tenemos esa "oreja verde", pero debemos cuidarla y entrenarla para ser capaces de  escuchar y dar importancia a todas y cada una de las frases y comentarios de nuestros pequeños. Únicamente parándonos a escuchar esas voces, que para el resto de adultos resultan insignificantes, interpretándolas y dándoles la importancia que realmente poseen, seremos capaces de comprender y por tanto de atender, a las necesidades de cada uno de nuestros alumnos, convirtiéndonos así en buenos docentes.
 
 
Se que dejo un poco abierto el tema, pero no quiero meterme mucho más en su análisis porque me gustaría tratarlo más a fondo en la siguiente entrada, tras leerme el libro entero y haberme informado un poco más. 
Espero que hayáis disfrutado del poema y que os haya gustado tanto como a mí. ¡Y no olvidéis entrenar vuestra oreja verde!